No hay nada más horrible y desalentador que leer un libro y descubrir que tiene faltas de ortografía, ¿verdad? Por este motivo, muchos lectores dejan de leer un libro sin haberlo finalizado. Pero no solo eso, sino que su insatisfacción se refleja en las (valiosas) puntuaciones de Amazon, y si ese autor saca otro libro se verá «condenado» por esa mala reputación. El autor o la editorial quedan desprestigiados, por lo que es un tema que no se puede obviar a la ligera.
Fallos gramaticales, de ortografía o de estilo pueden echar por la borda un libro y evitar que se convierta en un buen producto. Por mucho que el autor quiera expresar una buena idea y ser muy inspirador, ese mensaje se verá enturbiado por dichos fallos. Muy triste y totalmente evitable.
Hay una buena noticia: existen los correctores profesionales. Son personas que revisan palabra a palabra los textos de tu libro para descubrir errores que se puedan haber pasado por alto para dotar de una calidad extraordinaria a tu obra, y que así sea un producto redondo. No hacerlo y publicar una obra en mal estado es exponerte a críticas y mala reputación, lo que impide que tu carrera como escritor crezca y que, tristemente, quede truncada.
Un libro en general, y un libro autopublicado en particular, debe poner énfasis en la calidad, por eso el proceso de corrección es el más valorado y necesario. Hazlo por tus lectores.
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